Mi Amado Señor

Déjame…

Esconderme entre tus brazos 

y que por un instante el tiempo se detenga aquí.

Consiénteme que robe tu aire. 

Deja que te necesite por una vez.

Déjame deslizarme a escondidas, 

entre tu silencio, tu risa y el viento.

Deja que mi alma contemple tu descanso, 

tranquilo, apacible y sereno.

Déjame a la espera de tus suaves manos; 

que acaricien mi piel y mi rostro.

Déjame que me pierda en suspiros y llantos, 

en días de sol y en tardes de encanto.

Veo…

Veo en mi noche mágica, un corazón enamorado.
Veo las estrellas, y alumbro mis sueños con ellas.
Veo nuestras madrugadas de amaneceres juntos.
Veo los colores del tiempo y con ellos pinto mi cielo y la esperanza.
Veo encender mis ilusiones y escucho hablar nuestros corazones,
Veo tu sonrisa y en ella se dibuja mi alegría.
Veo nuestro andar de la mano caminando en el mismo sendero.

Veo nuestras almas unidas en la eternidad del tiempo.

Deseo…

Que tus manos acaricien mi piel,
que tus dedos se enreden en mi pelo...
que tus silencios griten mi nombre...
que tus sueños sean mi morada...
Deseo…
Ser la mujer imaginaria que te secuestra por la espalda...
ser el aroma que se impregne en tu piel…
ser el susurro que te trae el viento…
ser lo más profundo de tu sentimiento…

Deseo ser el antes y el después de tus caricias...

Hay momentos…

Hay momentos en los que la eternidad penetra en el tiempo.

Hay momentos escasos; que son como relámpagos.

Hay momentos en los que me quedaría todo el tiempo que haga falta.

Hay momentos en los que se siente el sonido del silencio.

Hay momentos en los que una caricia te hace olvidar cualquier llanto.

Hay momentos en los que te quedas prisionero de tus sueños y nostalgias.

Hay momentos que tienen sabor a poemas no escritos y canciones no cantadas.

Hay momentos que hacen que todo en esta vida merezca la pena.

Hay momentos en los que espero la casualidad de mi vida, la más grande.