Era una
tarde que caía sobre la falda de la
ciudad, una tarde
que dolía en la garganta, como duelen las
palabras que no somos capaces de pronunciar.
Una se
vuelve silencio con el tiempo, la vida le enseña que no hay
que hablar el idioma de las cosas, con
aquellos que no entienden en qué rincón de la historia se ha
escondido la verdad.
En aquella
tarde de agonía, logré emerger de la sombra pero sentí
que algo peor me sucedía, la sombra
estaba dentro de mi.
Sentí
tristeza, estaba sola; y aprendí que la
soledad es importante.
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