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jueves, 7 de mayo de 2020

Poema


Sigue el viento,
sigue el viento hasta otros lados que te reclaman.
¿Puedes captar la vida que aún está por vivir?
Esa alma manchada puede limpiarse
con tiempo y con fe.
Ryan J.R.

martes, 28 de abril de 2020

Frágil...


Es otra de esas tardes mustias,
donde mi soledad y mi tristeza dejan reflejar
un hondo sentir a través del espejo de mi alma.
Y siento… que  me siento muy frágil,
que me puedo quebrar en este momento.
Y miro a través de ese espejo más allá de mi mirada
y veo que si me quiebro, los pedazos de mi alma
se me van en encanto.
Cierro mis ojos y los vuelvo a abrir,
Ya vez, soy solo un atardecer que envuelta en un cielo
se muere  igual que ayer.

Triste sonada...


Escucha una melodía, recuerda en tonos suaves
aquello que no puede olvidar,
a ritmo lento, pasa un momento,
que entonces en el sonido del tiempo,
se hace una triste sonada que brota
de una canción de amor.
Y simplemente al oírla,
está pensando que dejó pasar momentos
sin poder sentir presencias.

La mirada del alma...



Hay en su mirada una paz que es reflejada
de los estados superiores del alma, esa que viene de lejos,
donde el viento disipa las palabras y la emoción humana
se siente sincera y profunda como una pena.
Ese viento que es como el susurro de la naturaleza,
que penetra en el alma misma, y que se siente por primera vez.

Ante los nichos...


Porque ahí, ante los nichos de los que se fueron hace muchos años, Uno aprende a serenarse de las tempestades y a descubrir, que poco de nuevo hay bajo el sol.
Los nichos vacíos son como cuencas sin ojos, puro hueso, puro polvo,
que sin apearnos nos dan lecciones de filosofía,
nos invitan a meditar en la vaciedad de los grandes argumentos y en la falacia de las supuestas ilusiones.

Bosquejo de un retrato...


Recuerdo sus manos escapadas de la sábana que cubría su cuerpo. 
que entre sus manos misteriosas los imposibles eran fáciles, Como si Dios hubiera sido hecho a semejanza e imagen de mi padre. Aquellas manos, que siempre estuvieron entre el silencio y la palabra,  ásperas a veces, y otras veces tan suaves, donde las venas eran ríos azules, hondos, tibios, familiares.
Aquellas manos, nubes poderosas, tan sabias y gigantes, con su amenaza gris y casi bíblica cuando el castigo las tornaba graves. 
Si las manos son la prolongación del alma y estaban muertas, era también porque el alma había dejado ese cuerpo que volvió a la tierra o a la nada a los 59.
Tus manos no son para la muerte, no han nacido para írsete apagando.
Y tú; sin sombra ya, duerme y reposa.
Ya sé que este bosquejo de un retrato, no puede trasladar lo que significó esa partida a media noche.
Aún queda un resquicio por el que se escapa un remanente de insatisfacción.