Porque ahí, ante los nichos
de los que se fueron hace muchos años, Uno aprende a serenarse de
las tempestades y a descubrir, que poco de nuevo hay bajo el sol.
Los nichos vacíos son como
cuencas sin ojos, puro hueso, puro polvo,
que sin apearnos nos dan
lecciones de filosofía,
nos invitan a meditar en la
vaciedad de los grandes argumentos y en la falacia de las
supuestas ilusiones.
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